miércoles, 21 de octubre de 2009

Hay que darse el lujo de fallar

Hay que volverse un experto en fallar.

En todo lado, hay alguien que es famoso por cagarla una y otra vez. El pobre que parece nunca poder hacer bien las cosas, y que siempre encuentra la manera de pifiar hasta los sistemas a prueba de tontos.

Y por supuesto, la carrera en toda oficina es por no convertirse uno en ese personaje.

Pero muchas veces los profesionales más exitosos no son los que llevan la delantera en la carrera por no cagarla. Por lo contrario, son los que se dan el lujo de fallar una y otra y otra vez.

La mayor parte de la gente le tiene horror a fallar. Porque han sido criados con una mentalidad restrictiva, que les dice los que no hacen las cosas bien, fracasan en la vida. Por eso buscamos siempre hacer lo mismo, y nos sentimos tan cómodos repitiendo tareas que ya hemos resuelto 100 veces antes. Hacerlas sin siquiera parpadear, siempre bien, refuerza nuestro sentido de que somos capaces y sabemos hacer las cosas.

Obviamente el problema es que con esa mentalidad nunca crecemos. Y terminamos ocupando el mismo puesto durante 30 años, sin ascender nunca.

La gente que crece y asciende es la que se da permiso para fallar, y aprende de sus errores. La que se da el lujo de hacer algo mal, arreglarlo, y aprender de ese error. Es ahí donde la rutina deja de ser rutina, y empieza a ser experiencia. Y la experiencia es lo que verdaderamente paga en este mundo.

Por supuesto hay que saber cuándo darse ese lujo. Si uno está presupuestando el trabajo que representa la última esperanza de la empresa para salir con los costos este año, no es el momento de ponerse creativo. Ahí es mejor buscar a alguien que sepa hacerlo "como siempre se ha hecho" e ir a la segura.

Pero si estamos haciendo un cálculo de esos importantes pero que tiene margen para error, y queremos probar a ver hasta dónde podemos llegar, por qué no?

Puede que el error que cometamos esa vez nos enseñe algo que nos permita llegar muy lejos.

viernes, 16 de octubre de 2009

Sea feliz, es su decisión

Normalmente no soy muy fanático de escribir pasajes de autoayuda, pero el otro día un colega me hizo ver uno de esos pequeños detalles importantes, que realmente merecen un post.

El detalle es simple. Una frase. Una conclusión. Algo que todos entienden, pero la mayoría ignoran.

Ser feliz, es una elección.

No es un producto. No es una meta. No es un resultado. No se trabaja para ser feliz. No se busca ni se persigue la felicidad. Es algo que simplemente está ahí, todo el tiempo, ante nuestros ojos.

No se llega a la felicidad. Se elige ser feliz.

Pero por alguna razón el mundo nos ha enseñado lo contrario. Nos ha metido en la cabeza que nuestra felicidad depende de un sinfin de factores externos, la mayoría que no podemos controlar. Nos ha enseñado que no podemos, o mejor dicho, no debemos ser felices porque "el mundo" no lo amerita.

Hay guerras, hay hambre, tengo que pagar la tarjeta de crédito, el carro, la casa, mi jefe es un dolor, se me desinfló la llanta, Bill Gates puede tener un jet privado y yo no, los vecinos pasan peleando todo el día... cómo podría ser uno feliz así?

Y... por qué no?

Si me convenzo de que aún con todo eso soy feliz, qué? Si en medio de todo el desmadre que es el mundo, decido ser feliz... quién me va a decir lo contrario? Va llegar la policía a encerrarme por abuso de felicidad? Va a venir alguien a decomisarme mi felicidad? A exigirme que deje de ser feliz porque el momento no lo amerita?

Que lleguen a exigirme eso. A decirme que soy un desconsiderado, un cínico, un inhumano, que no tengo respeto por el dolor y sufrimiento de la humanidad. Les diré que no me da la gana dejar de ser feliz. Y ahí qué? Qué van a hacer?

Talvez hasta alguno de esos que vienen a criticar, se dé cuenta que también puede ser feliz si quiere. Y seamos dos. Y luego tres. Y luego cuatro. Y luego un molote de gente feliz.

La felicidad está ahí. Es cuestión de dejarse de varas, y ser feliz. La felicidad, afortunadamente, no es algo que se gane. No es algo que se compre, o que se merezca, o que se construya, o que le regalen a uno. La felicidad se elige, simplemente. Y lo mejor es que cuando se elige, nadie se la puede quitar a uno.

La parte más difícil es convencerse de que todo lo que le han dicho a uno, está mal. Y que uno ha pasado la vida buscando un santo grial, que tiene toda la vida de andar en la bolsa.

Que hp colerón no?

Diay si. Ahora que lo sabe, déjese de varas... y sea feliz.

miércoles, 14 de octubre de 2009

Asueto para ver el partido de la sele

Ayer estaba hablando con un amigo acerca del famoso asueto que dio el Gobierno a algunos empleados públicos, para que pudieran ver el partido de la sub 20. Obviamente muchos están asustados y hasta molestos con el gobierno por haber permitido esa "vagabundería". 3 horas libres a los empleados públicos, un martes, para ver un partido de futbol.

Sin embargo, me parece que este es uno de esos casos donde hay que hacerse la pregunta de cuál es la alternativa, y sus consecuencias? Cuál es la alternativa? Evidentemente no dar libre, que todo siga su horario normal, y los empleados públicos trabajen como lo harían cualquier otro martes.

Ahora, cuáles serían las consecuencias de hacer eso? Obviamente a una gran parte de los empleados, por más que quieran, no van a poder obligarlos a no ver el partido. Hay que tener en cuenta que no es todos los días que juega Costa Rica - Brasil, y aún más raro, demostrando habilidad y buena técnica. Una buena cantidad de aficionados van a ideárselas para poder estar al tanto del marcador, sin importar a dónde estén metidos.

Eso significaría radios haciendo bulla en oficinas, gente pegada a internet leyendo páginas deportivas, otros mandando mensajes cada 3 minutos por celular. Y en el momento del gol, abandono total de puestos para buscar el televisor más cercano.

Lo cual, a fin de cuentas, sería catastrófico para la imagen de las instituciones, el servicio al cliente, y hasta la seguridad de las mismas oficinas (imagínense una oficina donde se manejen documentos sensibles, que de repente quede vacía con clientes adentro). Lo que hizo el gobierno en este caso fue reconocer la realidad existente, y buscar la manera de acoplarse a ella de la mejor forma.

A veces vale la pena "salirse de la caja", y analizar las cosas desde otra perspectiva. Preguntarse cuál es la alternativa es un buen ejercicio, que nos puede llevar a soluciones más balanceadas y más efectivas que las que podría dictarnos el status quo.