jueves, 31 de julio de 2008

Haga una lista "To-Do"

Todos tenemos cosas que hacer. Muchas cosas que hacer. Ahora mas que nunca, estamos cargados de tareas que vienen de todos lados, y van para todos lados.

Y eso solo en el trabajo. Si sumamos todo lo que nos salta en la casa y todo lo que nos salta en nuestras vidas personales, rápidamente podemos ver que estamos en problemas si no nos acomodamos.

Una técnica que existe desde siempre es la famosa lista "de pendientes", o como le llaman los gringos el "To-Do". Es una muy buena solución para empezar a organizar el tiempo, o por lo menos para que no se nos olviden las cosas importantes que tenemos que lograr.

Desafortunadamente la práctica de listar cosas por hacer se ha ido olvidando, por múltiples razones:
  1. Ahora que todos tienen computadora y agenda en el celular y mensajes de texto y correo electrónico y televisión por satélite y Wii y video de ejercicios en Blu-Ray con sonido 7.1, sentarse a hacer una lista en un papel pareciera obsoleto.
  2. Recibimos tanta información, y pretendemos estar tan ocupados, que no tenemos tiempo para estarlo gastando en esas vagabunderías.
  3. Quién anda siempre con un papel y un lapicero?
(Como es de esperar, la gente que cae dentro de una de las tres categorías anteriores generalmente sufre de amnesia crónica de sus tareas, siente que no logra salir adelante con todo lo que tiene asignado, y siente que simplemente no tiene tiempo para nada)

Pero, la realidad es esta: todos tienen tiempo para hacer una lista de cosas por hacer. Cualquiera puede sacar 10 minutos al inicio del día, 10 al almuerzo, y 10 al final para hacer y revisar su lista. Especialmente considerando que a la larga nos ahorrará mucho tiempo perdido y muchas tareas olvidadas.

Haga su lista de cosas por hacer. En donde mejor se le ocurra: una agenda, un cuaderno, una pizarra, en Excel, en Word, como sea. Y actualícela en tiempo real. Cuando se acuerde de algo que tenga que hacer, cuando alguien le pida algo, cuando tenga una nueva necesidad... apúntela. Al inicio del día, vea lo que tiene por hacer y escoja 2 o 3 cosas de las que definitivamente tiene que salir. Y enfóquese en ellas. Luego conforme vayan saliendo, escoja otra mas para hacer, y así sucesivamente.

Por supuesto, es probable que su lista nunca acabe, y que nunca logre tener un papel con todos los renglones tachados. Eso no necesariamente está mal, puede ser simplemente un reflejo de la vida misma, que nunca acaba y nunca se detiente.

Lo que si va a notar es que conforme vaya progresando su lista y vaya formándose el hábito de listar cosas, se irá sintiendo cada vez mas en control y con una mejor perspectiva de lo que tiene por delante. Y verá que solo por eso, valió la pena invertir 10 minutos de su tiempo.

domingo, 27 de julio de 2008

El palo o la zanahoria?

Una de las decisiones mas complicadas que enfrentamos cuando nos toca manejar, o incluso interactuar, con gente es qué estilo utilizar para manejarlos. Queremos ser buena gente, complacientes, y que todos se sientan bien? O preferimos orientarnos a los resultados, a obtener lo que ocupamos, y que cada quién vea a ver cómo lo logra?

En otras palabras, queremos hacer que el caballo corra ofreciéndole una zanahoria... o dándole con el palo?

No es una decisión simple, especialmente cuando nos toca salir a la calle a ver cómo se hace. En la calle hay gente orientada a tratar bien a los demás, y gente orientada a llevarlos "a la patada" porque sino no salen las cosas. Hay gente amable y agradecida, y también hay gente invivible que convierte cualquier encomienda en un despliegue de poder, agresividad y prepotencia.

Y curiosamente, ambos logran su cometido de una forma u otra. Mirando a nuestro alrededor podemos encontrar muchos ejemplos de déspotas muy exitosos (Steve Jobs) así como gerentes "como la gente" que han alcanzado la fama (Jack Welch).

Lo que sí es cierto es que actualmente, la filosofía de manejar gente se está orientando mas a tratarlos como personas, y menos a tratarlos como animales. Y es lógico: las personas, sin importar que estén haciendo, tienen sentimientos, aspiraciones y formas de ver las cosas. Y entre más se nutran esos sentimientos y aspiraciones, mas dispuestos estarán a colaborar con nosotros.

Tratar a la gente a patadas puede que funcione durante un tiempo. Puede que armar un escándalo y pegar gritos nos funcione alguna vez, y nos saque de un apuro. Puede que degradar a alguien para que se sienta amenazado lo haga reflexionar y cambiar. Pero solo de vez en cuando. Si lo convertimos en nuestra práctica común con la gente, rápidamente vamos a ver que nuestro poder y nuestra autoridad se erosionan.

Incluso se nos puede devolver, y puede que logremos que la gente haga exactamente lo opuesto de lo que queremos (o simplemente no haga nada) con tal de demostrarnos que así no se piden las cosas.

En el largo plazo, los equipos donde se trata a la gente como gente, y donde lo que se promueve es el verdadero liderazgo, son los que salen adelante y logran grandes cosas. Los equipos que se manejan como "manadas de animales" puede que tengan éxito por un tiempo, pero rápidamente se verán cargados de antagonismo, faltos de creatividad e iniciativa propia, y completamente desmoralizados.

Todos somos gerentes

Aunque nunca hayamos elegido serlo, aunque no nos interese para nada el tema de gerencia, todos somos gerentes de un proyecto muy importante: nuestras vidas. Desde el momento en que nacemos, nos toca afrontar situaciones que afectan nuestro rumbo, tomar decisiones que cambian nuestro destino, y administrar gente que nos encontramos en el camino. Todo eso que hacemos en el día a día, aunque nunca nos demos cuenta, se llama gerencia.

Con todo eso, parece mentira que tengamos tan poca información acerca de cómo gerenciar la vida, y como lograr que ese proyecto que en algún momento fue creado, se lleve a un rumbo verdaderamente satisfactorio. Porque al fin y al cabo, ser felices es el objetivo de nuestras vidas, cierto?

Quizás este no sea un "manual para la vida" mas. Manuales para la vida hay muchos, de hecho todos tenemos alguno que compramos en el supermercado en un momento de impulsividad, y está acumulando polvo en la biblioteca. Aquí no hay capítulos, ni secuencia definida y premeditada, porque en la vida no hay ni capítulos ni secuencias premeditadas. La vida viene como viene. Y así hay que saber manejarla.